Cuantas veces sentimos en nosotros mismos y en aquellos que acompañamos, que las cicatrices no van a desaparecer; pueden dar ganas de taparlas, no mostrarlas o intentar que no se vean…y sentimos, en nuestro fuero interno, que nos acompañaran toda nuestra vida…
Aparece hoy este artículo que recuerda la importancia de dejar que dichas cicatrices formen parte de nuestro ser y repararlas con algo valioso…ya que nos hacen ser quienes somos… y quizás por ellas, seamos capaces de servir y ayudar a otros, a vivir y transitar por esa etapa… y, ser conscientes de que, como le pasa a la taza reparada con oro, pueda tardar semanas o meses en secarse…
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