¿Estamos perdiendo este recurso vital de sanación? Por  Deb Dana  Marzo/abril 2019

TERCERA PARTE

Mantenerse conectado: Se necesitan dos

Un par de semanas después, Sarah entró a la sesión pálida y tensa. Tan pronto como se hundió en el sofá, describió un incidente que había tenido lugar unos días antes, cuando había leído un artículo en el periódico local que describía un evento de caridad que tomaba el nombre del amigo de la familia que había abusado de ella de pequeña. Ese hecho la había llevado de vuelta al agujero negro. Mi sistema nervioso detectó el estado congelado y cerrado. Mientras hablaba, las únicas partes de su cuerpo que se movían eran sus manos, que retorcía casi imperceptiblemente en su regazo.

Generalmente, en momentos semejantes, podría percibirla en su estado de colapso dorsal, y usar mi energía vago-ventral para ayudarla en el camino de vuelta a la “dulzura”. Pero esta vez no. Sin previo aviso, sentí mis músculos tensos, y me vino un pensamiento de crispación, Aquí vamos de nuevo. Esa reacción fue seguida por una orden sin voz, “¡Justo párate, Sarah!” Sentí el impulso de acercarme y sujetarla para evitar que cayera más profundamente en el agujero negro.

Afortunadamente, noté mi intensa reacción en ese momento, junto con la frustración y la ira que la alimentaba. Pude nombrarlo como una “tormenta simpática”, y supe que la neurocepción de Sarah estaba percibiendo todo, fuera o no consciente de ello. “Déjame tomar un descanso”, le dije a Sarah. Reconocí para mí misma que mi cuerpo tenía una razón para entrar en la espiral de una respuesta de supervivencia. Dejé salir entonces una respiración profunda, un suspiro, que es mi recurso de confianza para reconectarme con mi ancla vago-ventral. (El suspiro, una larga y lenta exhalación audible, es una experiencia diaria que es un reajuste del cuerpo y la mente. Suspiramos espontáneamente muchas veces por hora, mientras nuestro SNA se reajusta y regula. Y podemos usar los suspiros intencionados para traer esa regulación cuando sea necesario. Le enseño esto a todos mis clientes, así que sabía que si Sarah notaba mi suspiro, entendería que estaba volviendo a la regulación).

Al regresar a un lugar de calma, supe que tenía que hacer saber a Sarah lo que acababa de pasar. “Acabo de experimentar un momento de movilización”, le dije. “¿Sentiste eso por su parte?”

Cuando asintió, le dije: “Quiero que sepas que no se trataba de ti, sino de mi SNA respondiendo a algo de mi propia experiencia. Ahora estoy aquí contigo, conteniendote con calidez y cariño”. Más tarde podría hablar con un colega sobre por qué me movilicé tanto, pero ahora era el momento de restablecer la conexión con mi cliente. Así que me senté junto a Sarah en el sofá y puse una mano suavemente en la mitad de su espalda. “Mi sistema vago-ventral está llegando al tuyo”, dije, con mi voz baja y cálida. “Estoy enviando mi propia energía de ‘dulzura’ hacia ti. ¿Puedes sentirlo?” Sarah se inclinó un poco hacia mí. Mantuve mi mano en su espalda, nuestros brazos se tocaron ligeramente mientras nos sentábamos uno al lado de la otra. “Estoy aquí”, dije otra vez.

Sarah rompió a llorar. Permanecimos así un rato, sin hablar. Lentamente, sus lágrimas se calmaron y su respiración se hizo más profunda. Cuando suspiró, lo percibí muy alto. “Fue un hermoso suspiro”, le dije. “Es una señal de que tu sistema nervioso está empezando a regularse”. Después de otros momentos de silencio, dije: “Siente la forma en que nuestros cuerpos se tocan ligeramente. Tu sistema está recordando que conoce el camino de regreso a la dulzura. Veamos si podemos encontrar nuestro camino juntos”.

Mientras Sarah se abría camino lentamente desde el colapso hasta la conexión, continuamos sentadas juntas y en silencio durante unos minutos, con mi mano aún en su espalda por un rato y luego simplemente nos sentamos una al lado de la otra. Juntas, saboreamos la neurocepción de seguridad que había creado el tacto. A continuación, llevamos una conciencia explícita a la experiencia, hablando del camino de vuelta a su estado vago-ventral.

Sarah estaba sorprendida de que el toque hubiera tenido un efecto positivo. “Normalmente estoy atrapada en ese agujero negro durante mucho tiempo”, dijo. “Mis amigos tratan de hablarme cuando estoy en ese lugar, y sé que me ofrecen consuelo, pero sus palabras no son lo suficientemente fuertes para contenerme”. Se detuvo, reflexionando. “Tu forma de tocarme fue diferente. Sentí tu mano fuerte y suave al mismo tiempo. Mi cuerpo se sentía… de alguna manera  protegido. Podía sentirte en lo alto de la escalera, como si me estuvieras alcanzando. Y recordé que yo también tengo un lugar allí”.

A medida que continuamos nuestro trabajo juntas durante muchos meses, Sarah creó una serie de recursos para redirigir su sistema nervioso cuando estaba fuera de la consulta. Entre ellos había aplicaciones de teléfono con imágenes guiadas, música, diarios y trabajo respiratorio. Pero nuestro uso del toque siguió siendo una vía inmediata y poderosa de interrumpir la atracción hacia el agujero negro, y de profundizar en la energía de la dulzura. Nuestro trabajo también permitió a Sarah cambiar su relato básico sobre el toque, pasando de ser una experiencia inevitablemente dañina a una potencialmente sanadora.

“Me doy cuenta de que mi sistema nervioso puede responder como el de una persona normal”, dijo. “No estoy rota”. Hizo una pausa, y luego añadió: “Puede que no siempre sea seguro tocar, pero ahora siento que no es automáticamente peligroso”. La nueva narrativa de Sarah estaba creando una saludable espiral ascendente: cuanto más operaba a partir de esta historia revisada, más fácilmente podía pasar su sistema nervioso del vago-dorsal predeterminado a algo más cercano a la vago-ventral predeterminada por defecto. Y cuanto más flexible era su sistema nervioso autónomo, más robusta era su nueva y poderosa historia.

Otro toque

El contacto directo entre el cliente y el terapeuta es sólo una forma de poner de manifiesto el potencial de curación del contacto físico. He descubierto que reflejar el auto-toque de un cliente puede ser otro enfoque poderoso. Para algunos clientes, el auto-toque mirándose al espejo, supone una forma segura y gradual de facilitar el contacto directo cliente-terapeuta. Para otros clientes, este proceso puede ser la única forma de toque que están dispuestos a practicar en la terapia.

Cuando los clientes sienten profundamente algo, a menudo ponen de forma espontánea una mano sobre el corazón. Replico este gesto, y pongo mi mano sobre mi propio corazón para que puedan ver y sentir que no están solos durante esa intensa experiencia. En lo profundo de sus cuerpos, entienden  que los comprendo. Normalmente, hago una pausa y llamo la atención sobre esta circunstancia, invitando a los clientes a experimentar de forma “visceral” nuestra sintonización conjunta y percibir la respuesta de su SNA.

En otras ocasiones, invito explícitamente a la co-regulación delante de un espejo. “Probemos a poner una mano en el corazón y la otra en un lado de la cara”, digo, “y tengamos en cuenta el poder de nuestro sistema nervioso para mantenernos seguros y conectados”. Recordar estas experiencias de auto-toque ante el espejo, proporcionan a los clientes otra herramienta para usar fuera de la consulta. En sus vidas diarias, cada vez que su sistema nervioso comience a activarse o colapsar (que por supuesto lo hará), dispondrán de  un recurso para intentar calmarse.

Así, además del “menú táctil” del terapeuta, los clientes disponen de un “menú” de auto-toque ante el espejo, y pueden elegir lo que mejor les funcione. Además de la mano sobre el corazón, ofrezco la posibilidad de poner las manos en posición de oración (o namaste), dedos entrelazados, una mano acunando la parte posterior de la cabeza, y muchas otras. Luego construimos un mapa de la escalera, identificando qué auto-toques y toques de espejo los mantienen en un lugar vago-ventral seguro, cuáles los llevan a un estado de SN simpático y cuáles los hunden en la zona vago-dorsal.

En algún momento, muchos clientes preguntan si pueden “traer” (utilizar) a una persona importante en sus vidas a una sesión. A menudo se trata de una pareja comprometida, pero podría ser un hermano, un padre o un amigo íntimo con el potencial y el deseo de ser un co-regulador seguro y de apoyo. Siempre estoy encantado de incluirlos, porque pueden convertirse en un recurso enriquecedor para la curación mutua, más allá de la hora de consulta, y de manera ideal, durante los años venideros.

Comenzando con una breve descripción de la jerarquía del sistema nervioso, invito al cliente a que me cuente como ha ido el “contacto” con la persona de apoyo, pidiéndole que identifique y comparta las claves no verbales e interpersonales que pueden hacer que suba o baje la “escalera”. Estas neurocepciones incluyen tanto el toque como otras claves no verbales. A medida que conocen los puntos de activación del SNA del otro, aprenden a enviarse señales de seguridad el uno al otro, y desarrollan formas concretas de ayudarse mutuamente a volver al estado vago-ventral cuando, como todos nosotros, inevitablemente se alejan de él. Tal vez huelga decir que este tipo de trabajo puede tener un impacto enormemente positivo en la relación misma, a menudo estimulando nuevos niveles de intimidad y un apoyo con destreza.

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Terapia polivagal informada, vago-ventral, vago-dorsal, neurocepción. Algunas personas encuentran complicados los términos asociados con este enfoque terapéutico. Pero pienso que esta terminología como de trabalenguas es algo irónico, porque en mi experiencia, la perspectiva polivagal es bastante directa. En el fondo, es una forma particular de entender y usar la conexión humana para curar.

Resulta que la biología es el principal motor en nuestras relaciones, antes de que la emoción se implique. Con una comprensión más completa del papel del cuerpo en la creación de la conexión y la desconexión, y un lenguaje preciso para describirlo, tenemos un mejor mapa para ayudar a guiar a nuestros clientes de vuelta a la seguridad.

El toque humano es una vía fiable para volver a casa. Hay otras, por supuesto, algunas de las cuales aún no han sido descubiertas. Estamos en un nuevo territorio, y todavía lo estamos “cartografiando”. Como yo lo veo, todos los terapeutas somos exploradores en busca de la tierra del vago-ventral. Vínculo social, equilibrio, un lugar de dulzura, como quieras llamarlo, ahí es donde queremos ir.

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Deb Dana, LCSW, médico clínico, es coordinadora del Traumatic Stress Research Consortium en Kinsey Institute en el Instituto Kinsey y desarrolladora de la serie de formaciones “Ritmo de Regulación”. Es coeditora, con Stephen Porges, de Aplicaciones Clínicas de la Teoría Polivagal, y autora de La Teoría Polivagal en la Terapia. Actualmente está escribiendo “Ejercicios polivagales para terapeutas y clientes”: “Dando forma a su sistema hacia la seguridad y la conexión”.

Contacto: deborahadanalcsw@gmail.com

FOTO © GETTYIMAGES/TRACK5

Artículo original en inglés